¿Compartimos más de la cuenta?
LA LINEA ENTRE COMPARTIR MOMENTOS PERSONALES Y EL PURO EXHIBICIONISMO, ES MUY DELGADA.
Publicado el martes, 20 de junio de 2017 a las 09:38
Hace un tiempo me preguntaba en mi blog si compartimos demasiada información personal a través de redes sociales. Ahora en plena temporada de bodas y comuniones no puedo evitar volver a preguntarme lo mismo.
El hecho de compartir un momento de felicidad personal, que no tiene nada de censurable, no debería convertirse en un acto de puro y simple exhibicionismo. La línea que separa el compartir con los demás un momento personal especial con la sobrexposición es muy fina y se rebasa muy fácilmente.
Cuando llega el lunes, las redes sociales se llenan de fotografías y videos de eventos y ceremonias. Y ese acto, que fundamentalmente es algo privado, se transforma en algo público, no siempre con el permiso y consentimiento de todos los que participan en ellos. Vamos a ver algunos ejemplos:
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La fotografía vergonzante de niño vestido de almirante haciendo la comunión, que antes presidia el comedor de la familia, ahora circula en redes sociales y herramientas de mensajería instantánea.
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Las peticiones de mano se transmiten en directo a través de Facebook. Algo tan personal, se ha puesto a disposición de todos los que ese momento estén conectados a la emisión. Es innegable que hay que reconocer el valor del demandante. Si le dicen que no, no tendrá muchos sitios donde esconderse.
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Las sesiones para enseñar el álbum de la boda, se han substituido por álbum en en Facebook, donde se cuelgan cientos de fotos del evento y se comparten sin ningún tipo de control y sin preguntarnos si todo el que sale en la foto, quiere realmente salir en ella.
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Hace poco leía que se había puesto de moda entre algunas parejas que se divorciaban, publicar una foto en Instagram saliendo del juzgado o con la sentencia de divorcio, #DivorceSelfie le llamaba el artículo.
Seguimos saturando las redes sociales de imágenes de momentos que creo que son puramente personales y que solamente deberían interesara a nuestro círculo más íntimo.
Con esta reflexión no trato de criticar a todo aquel que comparte sus momentos con los demás, sino dar un toque de atención para que seamos más conscientes de lo que hacemos cuando publicamos nuestra vida. Simplemente deberíamos pararnos a pensar si realmente es necesario que todo el mundo conozca hasta el último detalle de nuestro día a día.